Los negros esclavos de las distintas naciones nagós o yorubás, bantús o yeyés, trajeron consigo su música, sus costumbres y por supuesto su religión. Creían en una divinidad suprema llamada Olorum y en muchos intermediarios llamados Orixás. Los que compraban a estos esclavos se comprometían a adoctrinarlos en la fe cristiana, pero el desconocimiento de los distintos dialectos africanos y el ocultamiento de imágenes y cultos impidió a la Iglesia una auténtica evangelización. Una muestra de ello es que los esclavos eran todos bautizados en la fe, pero aceptaban el catolicismo sin abandonar su milenaria religión traída de África. Al mismo tiempo los negros protegieron sus rituales africanos, utilizando imágenes de santos católicos para representar a sus propias divinidades, identificando a los santos con los Orixás y a los demonios con los Exús.

La evolución. A fines del siglo XVIII y principios del XIX, se unificaron varios cultos africanos en la ciudad de Bahía, dando nacimiento al Candomblé.
En el siglo XIX la religión afro-brasileña-católica experimentó una fuerte influencia religiosa de los indígenas, de tal manera que las divinidades africanas encontraron sus equivalentes en las indígenas llamándolas Caboclos. Fue entonces que en estos cultos aparecieron juntas las imágenes de santos católicos, las divinidades africanas y las indígenas como Tupí Nambá y el Caboclo Sete Frechas.
A todo esto se suma la llegada al Brasil en 1863 del espiritismo de Allan Kardec, que aportó la creencia en la mediumnidad, es decir, la posibilidad de que los vivos entren en contacto con los espíritus de los muertos. Del espiritismo también adoptaron la creencia en la reencarnación del alma, en sucesivas vidas terrenales, la ley de causa y efecto (el Karma Hindú), y el énfasis en la caridad y el consejo.
A principios de siglo comenzaron a diferenciarse la Umbanda y la Quimbanda, asociándose la primera a la magia blanca y la última a la magia negra. De su contacto con el ocultismo y esoterismo europeo adoptó los "baños de descarga" y los "santiguados" para diversas finalidades.
Desde la década del 70 la Umbanda se ha ido distanciando cada vez más de los cultos africanos y después de haberse aproximado al espiritismo, se ha ido acercando al catolicismo popular, con el cual siente gran afinidad, agregando a sus sesiones elementos del ritual católico como imágenes, velas, campanillas, estableciendo también bautismos y casamientos.
Hoy día, bajo el nombre de Umbanda hay más de treinta millones de fieles en Brasil. En sus impactantes "sesiones" los médiums dotados de una sensibilidad paranormal entran en trance y actúan como si una entidad extraña utilizase su cuerpo, su voz y su energía.
Las personas que concurren a los templos buscan ayuda para dolencias causadas por espíritus maléficos, hechizos o faltas cometidas en una vida anterior (ya que creen en la reencarnación), así como también por trabajos, salud, dinero o amor, utilizando defumadores, baños de hierbas Y pases fluídicos.